Hoy incorporamos a nuestro blog la aportación de Mónica Rodríguez, directora del Taller de Costura "De Trapio" de la capital leonesa, papona de los pies a la cabeza y madre y esposa de papones. Sinceramente, creo este relato va a ser de vuestro agrado...
"Y doy gracias a Dios porque un día comencé a especializarme en la indumentaria cofrade. No puedo encontrar un argumento racional que me llevara a tomar esta decisión. Nada que atañe a la razón puede justificarlo. Ni siquiera había tenido nada que ver con este mundo antes. Pero sí encuentro argumentos emocionales, y es que algo hay dentro del mundo cofrade que te engancha, te apasiona, y te atrapa. Después de algunos años compartiendo “cafés de sastre” con papones de a pie, braceros, músicos, manolas, seises y abades, sé que uno no se hace cofrade, uno nace cofrade. Un día te haces hermano, un día comienzas a pagar la cuota, un día vistes la túnica o te enfundas el traje de músico. Un día perteneces, pero tú ya eras cofrade. Hay una fecha en tu carta de pago, pero no hay una fecha en tus sentimientos. Y yo puedo decir que vi la ilusión en los ojos de cada una de las personas que han pasado por mi taller a lo largo de estos años, porque ellos nacieron cofrades.
Vi la ilusión en los ojos del niño al verse vestido de túnica por primera vez, “como papá”. Vi la ilusión en los ojos de esa madre que vivía emocionada el paso del testigo y que sabía que, aquel año, no solo ella escondía su rostro con respeto bajo el capillo, aquel año la acompañaba su pequeña. Vi la ilusión en la mirada de aquel músico, vigilando a su hijo mientras golpeaba con acierto las baquetas sobre el parche del tambor. Vi la ilusión en los ojos del pequeño que le robó la trompeta a papá en un descuido y colocando la boquilla con cuidado se sintió músico cofrade por un día. Vi la ilusión en aquel que cogió la corneta por primera vez y, al soplar, descubrió que no salía sonido. Sentimientos muy especiales. Un legado que los cofrades transmiten con orgullo de generación en generación. Y aunque haya quien no lo entienda, y le pese a quien le pese, no vi ningún cofrade renunciando a su legado, por eso, porque un cofrade, nace cofrade.
Y vi la ilusión en los ojos de aquel director al entrar por la puerta de mi taller con un “pequeño” proyecto entre las manos. Y entre lápices de colores fuimos bocetando. Y no vi una pequeña agrupación, vi ilusiones muy grandes, que se fueron patroneando. Vi la ilusión de cada uno mientras tomábamos las medidas, y vi nacer algo. Y vi errores en el camino, pero vi muchos sentimientos juntos para solucionarlos. Y doy gracias porque vi crecer a una gran agrupación año tras año.
Y, como en un mal sueño, veo desde mi taller otra vez la soledad este año. Veo los ojos empañados del que escucha de fondo una marcha. Veo una lagrima en la mejilla del que revive un video de aquel último ensayo. Veo encogerse el corazón del que sabe que no sacará a su paso tampoco este año. Pero me agarro a la esperanza porque ellos me lo enseñaron antaño. Porque nacieron cofrades y tendrán la oportunidad de volver a nacer con la ilusión de aquellos primeros años."
Mónica Rodríguez Suárez.- Directora del Taller de Costura "De Trapio" en León, (www.detrapio.com)
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